Imaginario lotaviano III

3.1 Lotra (I)


Los Barros, en Lotra / Vista de Santa Cruz de La Palma.

 

 

3.1.1     Los Barros

 

 

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     Decide encaminarse hacia el residencial de Los Barros, en la margen izquierda del barranco de Azguán.

 

 

     Quién como yo, página 28.

 

 

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   Una suerte de exultación lo impele a levantarse del banco y a alongarse sobre el parapeto que cierra la terraza donde se encuentra, un alto mirador en el extremo sur de este parque de Los Barros, desde donde se abarca en toda su extensión, veladas por la calima, la ciudad de Lotra y la caleta del Conde de Tería, opaca y aquietada como una lámina de plomo; en la otra orilla, San José se adivina tras la bruma polvorienta y se pierden bajo esta turbiedad las comarcas más al norte: La Arribada y su aeropuerto, los pueblos turísticos de Puerto Cabirria y Puerto Pequeño, Emeana, Atiles, y quedan por completo ocultas las cumbres de la Cordillera Dorsal del Norte y los espeluznantes acantilados de La Pared, que constituyen el estrecho istmo entre las dos partes de la isla, más próximos a la misma ciudad de Lotra, aparecen como cubiertos por una gasa de polvo.

 

 

     Quién como yo, pág. 37.

 

 

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     Otras referencias a Lotra en: Quién como yo (págs. 56, 77, 366 y 378).

 

3.1.2     El jardín vertical

 

 

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     Renqueante pero manteniendo el equilibrio, bordeó el jardín vertical instalado en el paredón que sustentaba aquel parque urbano tan peculiar. ¿Por qué lo observaba esquivo?, ¿por qué procuraba mantenerse alejado caminando por el bordillo, con mirada recelosa? La vegetación, que crecía entre los huecos de las piedras y en angostas repisas, semejaba una jungla fosca y aviesa, un territorio hostil. Algunas plantas se sostenían sobre extraños tallos, abombados y lisos, y acababan en discos de hojas imbricadas que parecían a punto de dispararse contra el transeúnte; otras enredaban sus ramas nudosas en un abrazo inextricable del que sería imposible escapar; algunas erguían unos carnosos dedos rematados de púas, como zarpas violentas; muchas mutaban sus hojas por lagrimones envenenados. Con cada paso, aquella selva fantasmagórica amedrentaba más al hombre, que apresuraba el andar; evitaba también que su fardo de plástico chocase contra el ramaje que invadía la acera amagando con sus espantajos.

 

 

     Quién como yo, pág. 375.

 

 

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      Otras referencias al jardín vertical en: Quién como yo (págs. 77 y 392).

El jardín vertical de Lotra / Bancales en El Socorro, La Palma.
El jardín vertical de Lotra / Bancales en El Socorro, La Palma.

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