7.1 Paisajes y accidentes geográficos (II)
7.1.1 Corro de los volcanes
*
Desde su exacto centro, Leandro Soto contempla el Corro de los Volcanes. Anoche, al descubrir este paraje en un mural del hotel donde se aloja, otro calambre le atravesó el abdomen. Ahora, frente a ellos, comprende que el dolor fue un aviso: estas montañas de morfología tortuosa que abrazan un circo de lavas son un trasunto mineral de sus entrañas dolientes. Desde aquí un desolado malpaís se expande hasta cerrarse en un sistema de lomas superpuestas de las que emergen cinco conos que parecen danzar de la mano y cuyos perfiles desdibuja la calima que asedia el archipiélago. Así pues, el malpaís está aislado; solo lo une al resto del territorio insular la calzada que lo atraviesa y supone la única recta en este paisaje de medallones de lava cordada que se repiten como en un juego de espejos enfrentados y supone, también, la única posibilidad de escapar de esta trampa. Del mismo modo, solo un propósito vincula a Leandro Soto a la vida.
Quién como yo, página 1.
*
Otras referencias al Corro de los volcanes en: Quién como yo, páginas 40, 369 y 372.
7.1.2 Los Roques de las Islas
*
Desde sus orillas se divisa la Caleta de Efegüe, con su mar siempre encrespado, de donde sobresale un archipiélago chinijo, los nueve peñascos que llaman Roques de las Islas porque copian la distribución oceánica de las islas mayores.
Quién como yo, página 50.
*
Anselmo Damas recordaba la terraza de Severia y la tarde de su primera visita, a la que se agregaron otras visitas, otras tardes pausadas bajo el sicomoro, superados el marero y la borrachera, mirando hacia la ladera habitada por almendros, higueras, morales, cardones y dragos, mirando hacia el mar, mirando la superficie azul del mar desde la costa hasta el horizonte por donde, decía Severia, no navegaban otros barcos que las falúas de los pescadores de Buenviaje que venían a faenar entre los Roques de las Islas, mirando hacia el cielo, pero sobre todo mirando hacia adentro de sí mismos.
...En el aire queda, página 80 (El barco).
*
–Isora era una princesa guanche, ¿verdad? –preguntó él un día.
–Vivió en el sur de Tenerife, donde yo nací. –Confirmó ella.
–¿Así que eres tinerfeña?
–A medias, mi padre lo es, mi madre de aquí.
–Efegüe es el nombre de un menguarme de Lotavia –prosiguió él–, y el de la bahía donde decidió ahogarse antes de que lo cogieran los conquistadores. Donde están los Roques de las Islas, ¿la conoces?
Lugares propicios al amor, inédito.
Escribir comentario